Cuando la pérdida de un ser querido se convierte también en una amenaza financiera
En 2016, nuestra clienta vivió uno de esos momentos que nadie imagina atravesar. Perdió a su marido, después de años de lucha contra una enfermedad silenciosa que fue minando su esperanza. Finalmente, en un acto de desesperación, su marido decidió poner fin a su vida.
El suicidio. Esa palabra que pocos se atreven a pronunciar, pero que deja huellas imborrables. La suya fue una ausencia que destrozó emocionalmente a la familia y la dejó, además, al borde del colapso financiero.
El golpe inesperado: una negativa incomprensible
Mientras nuestra clienta buscaba la manera de explicarle a su hijo de 5 años que su padre nunca volvería, descubrió algo que agravó aún más su sufrimiento: la aseguradora con la que el marido de nuestra clienta había contratado un seguro de vida se negaba a pagar los 150.000 euros acordados.
Su argumento: una supuesta “ocultación dolosa de información médica” al firmar la póliza. El hogar familiar corría peligro de embargo. El futuro de su hijo pendía de un hilo. «Me sentí completamente desamparada», nos confesó nuestra clienta. «Mi hijo no solo había perdido a su padre, sino que ahora podíamos perder también nuestro hogar.»
Cuando llegó a nuestro despacho, su preocupación no era solo económica. Quería defender la memoria de su marido y proteger a su hijo. Entendimos que no era solo un asunto jurídico, sino una cuestión de dignidad, memoria y futuro.
Defensa humana y estratégica
Desde el primer día supimos que el caso requería un enfoque técnico impecable y profundamente humano. La aseguradora alegaba que el marido había ocultado un diagnóstico de esquizofrenia en su juventud, lo que anulaba la validez del seguro.
Según ellos, ese silencio demostraba mala fe, aunque el suicidio ocurriera una década después de la firma del contrato. “Convirtieron su enfermedad y su muerte en un arma contra nosotros”, recordaba nuestra clienta. “Era como si le castigaran después de muerto, y a nosotros con él.”
Nuestro equipo dedicó semanas a reconstruir la historia clínica y personal del marido de nuestra clienta. Lo que descubrimos desmoronó la narrativa de la aseguradora:
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El marido llevaba años estabilizado, con vida laboral activa y bajo control médico.
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Su médico de cabecera lo describía como un paciente funcional y responsable.
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El cuestionario de salud que firmó era vago y genérico, y respondió con buena fe.
El combate judicial: David contra Goliat
La aseguradora desplegó todos sus recursos: informes médicos retrospectivos, peritos especializados, y la afirmación de que el suicidio tenía una relación directa e incuestionable con la esquizofrenia.
En la sala, el contraste era evidente: una aseguradora con medios ilimitados frente a una madre y su hijo pequeño, defendidos por nuestro equipo, luchando por más que una indemnización: por la dignidad de una familia.
La sentencia del Juzgado de Primera Instancia fue un punto de inflexión. El juez reconoció que:
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El suicidio, tras diez años de vigencia de la póliza, estaba cubierto sin discusión sobre sus causas.
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La aseguradora no podía escudarse en haber usado un cuestionario impreciso.
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El marido había contestado con honestidad, sin intención de ocultar nada.
La aseguradora recurrió. Durante meses, nuestra clienta vivió con la incertidumbre de no saber si perdería de nuevo lo ganado. Pero la Audiencia Provincial confirmó íntegramente la sentencia, reforzando los argumentos del juzgado.
El resultado final fue la obligación de abonar los 150.000 euros asegurados, con intereses legales desde la fecha del fallecimiento. El importe permitió cancelar la hipoteca y asegurar el futuro del hijo de la pareja.
Un caso que nos recuerda por qué elegimos esta profesión
En Javaloyes Legal creemos que el Derecho no consiste solo en contratos y demandas. Es una herramienta para proteger lo que da estabilidad a las personas.
Este caso no fue solo una reclamación económica. Fue una batalla por la memoria de alguien que ya no podía defenderse, y por el futuro de un niño que había perdido demasiado, demasiado pronto. Y también fue una expresión real de lo que significa el Bienestar Legal 360º: una protección integral que abraza lo humano, lo jurídico y lo emocional, y que acompaña a nuestros clientes más allá de los tribunales.