Un testamento inesperado y una demanda dolorosa
Nuestra clientas recibieron la notificación de una demanda civil promovida por una organización humanitaria. Sorpresivamente, la entidad reclamaba la validez y eficacia de un supuesto testamento ológrafo, presuntamente redactado por una tía común años atrás, por el cual declaraba herederas a varias ONG y excluía a sus familiares directos.
Tras años de atención y cuidado a su tía, ser cuestionadas suponía una enorme carga emocional y moral, sobre todo porque su entrega personal había sido absoluta en los últimos años de vida de la causante, aquejada de una enfermedad neurodegenerativa.
La demanda era compleja, abundante en documentación y promovida por una entidad con recursos y experiencia. Una batalla asimétrica si no fuera porque en frente Cruz Roja tenía al equipo jurídico de Javaloyes Legal.
La demandante, Cruz Roja, una institución respetable convertida en adversaria, persiguiendo millones en los tribunales, mientras ignoraba evidentes signos de incapacidad.
El punto clave: la capacidad de la testadora
La primera revisión del equipo de Javaloyes fue rigurosa. Sabíamos que la clave estaba en la capacidad real de la testadora al redactar el documento. El gran reto era que no existía una incapacitación judicial en ese momento, lo que obligaba a demostrar su falta de entendimiento sin esa declaración formal.
El testamento presentaba un hecho inusual: excluía totalmente a sus sobrinas y destinaba 1,8 millones de euros en inmuebles a diversas organizaciones sociales, algo que nunca había manifestado antes ni tenía precedentes en su historial vital o patrimonial.
Tras un análisis exhaustivo, detectamos contradicciones internas y elementos sospechosos en el documento. Además, los informes médicos y el testimonio de la forense revelaban un deterioro cognitivo avanzado, con pérdida de memoria inmediata, desorientación y dependencia total para tareas básicas. En ese contexto, resultaba inviable que pudiera redactar un testamento tan complejo por sí sola.
Finalmente, algunas fechas y datos patrimoniales ni siquiera coincidían con la realidad conocida de la causante, lo que reforzaba nuestras sospechas. Este fue un caso en el que el estudio profundo, técnico y humano marcó la diferencia. Comenzamos entonces un análisis clínico y documental que culminó semanas después en la declaración de incapacidad.
El punto de inflexión: la clave estaba en la forense
Detectamos el gran punto de apoyo: la exploración médica de la tía realizada días antes del testamento por la forense encargada del proceso de incapacitación. Sabíamos que las valoraciones psiquiátricas podían interpretarse de distintas maneras, y que citarla en juicio conllevaba riesgos: sin conocer con certeza su posicionamiento, su testimonio podía resultar imprevisible. Pero tras un análisis estratégico, decidimos que el potencial probatorio era mayor que los riesgos.
Durante la vista, la forense, con serenidad y precisión, describió el cuadro clínico: deterioro intelectual manifiesto, pérdida de memoria inmediata, desorientación e incapacidad para comprender el alcance de sus actos. Su claridad impactó al tribunal. Lo que era un expediente cobró vida, y quedó acreditado que, aunque no existía aún declaración formal de incapacidad, la falta de capacidad ya era evidente en el momento clave.
La parte demandante no logró presentar pruebas ni testigos que contrarrestaran este testimonio. Nuestra estrategia, basada en el rigor técnico y la solidez probatoria, resistió todos los embates. Más allá de la argumentación jurídica, triunfó la verdad.
El fallo de primera instancia declaró la nulidad del testamento por falta de capacidad, devolviendo la herencia a la familia y subrayando en la sentencia la importancia del relato humano, la coherencia de las pruebas y el respeto a la dignidad de las partes.
Una defensa que mezcla estrategia y cercanía
La organización apeló, insistiendo en la validez formal del testamento. Pero la Audiencia Provincial de Madrid ratificó la decisión, respaldando íntegramente el criterio del juzgado de primera instancia: no era aceptable presumir una recuperación milagrosa de lucidez tan poco tiempo después de una declaración de incapacidad. La justicia reconoció que la forma no puede imponerse al fondo, y que la dignidad de una persona vulnerable exige ser protegida, incluso a posteriori.
El éxito de esta historia no se explica solo por el conocimiento técnico. Fue resultado de una defensa construida desde la cercanía, la estrategia y el compromiso real con las personas. Acompañamos a nuestra clientas durante años, en un entorno jurídico y emocional difícil, y supimos accionar con precisión cuando cada decisión contaba. Tras más de cinco años de incertidumbre, pueden mirar al futuro con serenidad: la verdad fue reconocida, la memoria de su tía respetada y su seguridad jurídica restaurada.
El caso atrajo la atención de medios de comunicación como La Gaceta, que recogió los hechos en este artículo.
Eso nuestra filosofía legal del Bienestar Legal 360º: proteger no solo el patrimonio, sino también la estabilidad emocional y el sentido de justicia de quienes nos confían lo más importante.